View Colofon
Original text "Dizionario del Detenuto" written in IT by Sara Micello,
Other translations
Published in edition #2 2019-2023

Diccionario del preso

Translated from IT to ES by Inés Sánchez Mesonero
Written in IT by Sara Micello

El Diccionario del preso contiene las voces y las historias de hombres reclusos en la cárcel de Turín, el Centro Penitenciario Lorusso e Cutugno, en el módulo v del pabellón C, destinado a los «presos protegidos». Surge de un taller de escritura que se desarrolló en sus instalaciones y que tuvo una duración de dos años.

Todos sabemos qué quiere decir «casa», «invierno», «amor», y su significado es absoluto. Pero en la cárcel el significado de las palabras cambia, y este cambio nace del espacio: dentro existe solo el dentro, y las palabras se vuelven prehistóricas. Quiere decir que es como si se hubieran quedado quietas en un tiempo primigenio. En estas palabras compartidas es donde está la potencia: palabras que fuera son normales, en la cárcel se vuelven urgentes.


Luz


Esto es un diccionario, pero no encuentro las palabras para explicaros cómo nació. Las palabras que cuentan y que debería usar están ya en su sitio y llegarán dentro de poco.

Lo que puedo hacer es deciros que una tarde de septiembre estaba leyendo A sangre fría. En un momento dado, Truman Capote escribe que uno de los dos asesinos de la familia Clutter, Perry Smith, custodiaba en su celda un «diccionario personal: una lista miscelánea —sin orden alfabético—de palabras que él consideraba “bellas” o “útiles”, o al menos que “merecían la pena memorizarse”».

Había algo en ese gesto que me pareció a la vez extraordinario y dramático.

Coleccionar palabras; me conmovía. Poco después ejecutarían a Perry Smith y, sin embargo, coleccionaba palabras.

No sé decir si ese fue el origen de todo. Pensándolo bien, me imagino que sí.

Esas palabras me parecían de una importancia vital porque quien las había apuntado no era un hombre cualquiera, sino el hombre que una noche había masacrado a cuatro seres humanos. Por fuerza tenía que haber en su elección una urgencia. El único modo de intentar descubrirlo sería entrar en la cárcel y conocer a muchos Perry Smith a los que pedir que lo explicasen.

No fue fácil.

Pero sucedió. Una mañana de octubre. En Turín, en el Centro Penitenciario Lorusso e Cutugno. Obtuve el permiso para conocer a algunos presos en encuentros colectivos.

Dos educadoras me escoltaron dentro. Entré en el módulo v del pabellón C, un módulo especial reservado a los «presos protegidos».

En el trullo los llaman «infames».

Volví donde los infames todos los sábados, de las 13:00 a las 14:45, durante un año.

Sola.

Los encuentros nacieron como clases de gramática y escritura.

Pronto se convirtieron en otra cosa: en conversaciones viscerales y primitivas.

El diccionario era para mí una obsesión, pero ignoraba su contenido.

Llegó después, cuando cada uno de ellos me contó su vida. Juntos nos preguntábamos el porqué de algunas palabras. Así que le pedí que las escribiesen y las explicasen.

Algunas pertenecen a la cárcel y puedes vivirlas solo ahí dentro. Otras son cotidianas, pero de una cotidianidad exasperada. Hay lugares, un apodo, algunos dibujos, un verbo…

Cada palabra tiene una única acepción. Di por bueno cada fragmento, cada voz, para dar carta blanca a las palabras, como tenía que ser.

Cada definición viene acompañada del nombre y la pena de quien la escribió. El nombre es ficticio, inevitablemente. La pena, en cambio, no.

Entre una palabra y otra, entre medias, está mi historia. Bueno, aquello que su historia cambió en mí.

Cuando los días empezaron a hacerse más largos, ellos decían que era una maldición. Para ellos, dentro, la luz es una condena añadida. Y así con todo. Escuchar aquella definición de «luz» transformó la percepción de la palabra misma. Fue como si, durante mucho tiempo, hubiera mirado el fuera de las palabras. Ahora se incluía el dentro.

Quiero decir que en la cárcel se maldicen cosas que todos nosotros bendecimos.

La cárcel es un tiempo largo y monótono en el que me perdía a menudo.

Tuve que dibujar un mapa para recordar el trayecto.


I2tD7zAsNI_bNKik05U5uscej1Ich571SjXJIRL48pAJaW3lJFaNr3BlgDQmK-KYax6L-mvX5tHkZZ6CLwZmTdekkBMrQh4g5q0ok71POvFym-brhAoXlFvFsVpKMAWWviMAP7oXbtUmFaSJbw

El pasillo


Es la única manera de llegar hasta ellos. Mide noventa y tres pasos de largo y cuatro brazos de ancho. En el lado izquierdo están los radiadores pintados de azul celeste y una serie de ventanas con rejas por las que se entrevén el patio y los contenedores de basura.

En el lado derecho está el rodapié, del mismo azul de los radiadores, y la pared es de color verde lento.

Si lo atravieso dejándome tocar por el miedo, el pasillo está vacío, a excepción de mí y de un gato negro que no maúlla nunca. El gato está calado por el agua que gotea del techo y que forma charcos que se bifurcan como venas.

Una vez vi llegar, desde el otro extremo, a un preso con pelos locos, escoltado por cinco guardas que lo sujetaban por las muñecas. Fingí estar mirándome los pies. Cuando nuestros olores se cruzaron, afuera una bandada de palomas alzó el vuelo.

Puedo decir que he conocido a muchos Perry Smith, pero en ninguno encontré la semilla del mal que esperaba. No sé si por suerte o por desgracia.

Quizá la culpa es mía; he sentido cariño por gente a la espera de juicio o ya condenada.

Al final de cada encuentro, el cuerpo se me hacía como de papel de periódico y sentía que los dejaba ahí, solos con su alma.

Algunos salieron de prisión; otros, no. Dondequiera que estén hoy, que Dios los bendiga.

Trullo


El trullo te hace entrar en otra dimensión. Es un lugar donde la vida se para. Como en un hechizo. El trullo es un sitio donde no hay naturaleza. Un lugar que el hombre ha construido para que estés mal.
No te acostumbras a nada. Esta es una obligación, no es una costumbre.
Es una obligación el ruido de las llaves que te abren y te cierran, por la mañana y por la noche.
¿Hasta cuándo? Las llaves las oyes a lo lejos. Están sobre el escritorio del funcionario o colgadas de la presilla del
uniforme. Son de oro y al principio pensaba que era una broma.
Son llaves inventadas, abren las puertas de los cuentos. Son llaves de bruja de Blancanieves. Bueno, el caso es que el trullo es una mierda. Te haces a imagen y semejanza de la cárcel porque vives años y años tirado aquí dentro y el cemento te plasma. Te vuelves uno con él.
Mattia, homicidio.

Para llegar a la cárcel, el tranvía recorre una carretera cuyo arcén patea una prostituta de arriba abajo. La prostituta es de color y lleva unos inútiles pantalones cortos. De tanto en tanto se apoya en una silla destartalada que desentona por estar en la acera y no en una casa.

Pasada esa carretera, el tranvía pega un giro hacia la cárcel. Se intuye que el paisaje está cambiando, la propia naturaleza se torna oscura. Desde fuera, la cárcel parece un lugar viejo y deshabitado.

En Google Maps, la cárcel se ve desde lo alto y es un rectángulo gris. A su alrededor hay muchos coches aparcados y varias hileras de árboles; se ve el contorno redondo de las copas y parecen manchas verdes. Si ampliamos la imagen, podemos llegar hasta la garita, pero no más allá. En la parte de los familiares, un hombre está quieto frente a la entrada, mientras que otro está sentado en el segundo banco. Por el contrario, en la parte de los civiles, un hombre de frente tiene las manos en los bolsillos de los vaqueros. Un poco más adelante hay una pareja, y un señor está esperando por su carné de identidad. Al fondo se yergue un trozo de un módulo y el cielo está cargado; parece que en breve llegará un aguacero. Si ampliamos de nuevo, la imagen se desdibuja, y la cárcel se emborrona, como si se hubiera hundido en el fondo del mar.

Casación


La casación es el tercer juicio, el que te dice si estás dentro o fuera. Normalmente confirma las dos primeras sentencias, pero otras veces te devuelve la esperanza. He visto a muchos compañeros míos que parecían acabados y luego han repetido todas las apelaciones de nuevo. Por ejemplo, nosotros decimos «no te vayas por casación» cuando uno habla de algo y empieza a enrollarse, porque eso es lo que es el Tribunal de Casación.

El Buda, 43 años por secuestro.


El Buda y yo nos quedamos en silencio mucho tiempo, hasta que él, como despertándose de un sueño macilento, dijo:

—La historia que más me marcó tiene que ver con un niño. Pero prefiero que lo dejemos ahí.

—¿De qué niño hablas? —le pregunté.

—¿Sabes por qué me llaman «El Buda»? —Se había puesto serio y me miraba profundamente—. Fue aquel niño el que empezó. Cuando lo llevaron de vuelta a casa, estaba manchado entero de tierra, parecía un salvaje. Sus rizos habían perdido el rubio de los primeros días y estaban llenos de polvo. La madre lo abrazaba constantemente, terminaba el primer abrazo y empezaba ya con el segundo, parecía que fuese un único abrazo, interrumpido solo para dejarlo respirar. Yo no lo vi, conseguí escapar antes de que llegaran, pero me lo contaron. —Mareaba entre las manos un caramelo de menta; luego lo desenvolvió—. El niño se quedó tonto mucho tiempo —continuó, mordiendo el caramelo y partiéndolo en dos—, parecía que se hubiera parado, como se para un coche, un tren, una batidora, cualquier cosa que una vez movía. Eso sí, parecía una batidora apagada. Empezó a dibujar figuras que se parecían a mí, hombres gigantescos en medio del folio. Todos eran blancos, sin color, como si quisiera desteñirme. En una ocasión, cuando ya habían pasado dos meses del suceso, junto a uno escribió «El Buda». Lo escribió con un rotulador negro, negrísimo, y acabó garabateando en el folio un gran ovillo. No sé por qué me llamó así; o sea, no creo que me parezca. —El Buda respiró profundamente y añadió—: Ese niño era un poco raro, lo fue desde el principio. Los primeros días se despertaba por la noche y se ponía a correr por todo el caserío, con sus piececillos sigilosos. Parecía un gato. No me molestaba, lo importante era que estuviera callado, sin decir ni mu. Pero un día oyó a Sasà llamarme por mi nombre y él lo repitió. Le di unos buenos azotes y lo vendé, me sentía más seguro así.

More by Inés Sánchez Mesonero

Sinopsis

El relato que he empezado a escribir podría convertirse en parte de una antología de relatos breves, centrados en personajes interrelacionados, o en el fragmento de una novela juvenil. Nos encontramos en un futuro próximo, en un chat de padres aprensivos en el que estalla el alarmismo y una ristra de escándalos. Esta restringida comunidad, aparentemente atenta y justa, en realidad está podrida de envidias e individualismos. Entre batallas, mentiras, fachadas y afirmaciones de pequeños poderes mezquinos, se desata una fuerte y total incomprensión de la vida emotiva de los hijos por parte de lo...
Translated from IT to ES by Inés Sánchez Mesonero
Written in IT by Arianna Giorgia Bonazzi

Jericó

La granja, así la llamaban, se erguía solitaria sobre un altiplano en la cima de una baja colina. Era un caserío de dos plantas, una construcción de madera, rectangular, estrecha y larga. Desde la ventana grande de la planta superior, sentado en la mecedora en el pasillo, Jens observaba el campo que se extendía más allá del río. Sus pequeños ojos negros no dejaban de moverse, escrutando el horizonte envuelto en la oscuridad, atentos a cualquier detalle sospechoso. Elia y Natan estaban sentados en el suelo, a su lado, jugando con coches de juguete oxidados. Se oían los ruidos de la noche —los...
Translated from IT to ES by Inés Sánchez Mesonero
Written in IT by Fabrizio Allione

Relámpagos

En una colección de ensayos titulada Zen en el arte de escribir, Ray Bradbury escribe que, desde los veinticuatro hasta los treinta y seis años, se pasó el tiempo garabateando listas de sustantivos. La lista decía más o menos algo así: EL LAGO. LA NOCHE. LOS GRILLOS. EL BARRANCO. EL DESVÁN. EL SÓTANO. EL ESCOTILLÓN. EL BEBÉ. LA MULTITUD. EL TREN NOCTURNO. LA SIRENA DE NIEBLA. LA GUADAÑA. LA FERIA. EL CARRUSEL. EL ENANO. EL LABERINTO DE ESPEJOS. EL ESQUELETO. Últimamente me ha pasado algo parecido. He vivido en una familia que me ha dado una buena educación y una buena forma de estar en el m...
Translated from IT to ES by Inés Sánchez Mesonero
Written in IT by Sara Micello

I panda di Ueno

Desde que habían nacido los niños, o quizá desde que me había registrado en las redes sociales, o incluso desde cuando el trabajo me obligaba a comunicarme de manera clara y alusiva, a hacer, en resumen, referencia a cosas conocidas en vez de inventarlas, dividía mi tiempo en tiempo real, o sea, el que podía contarme en mi «idioma verdadero», y el tiempo falso, es decir, aquel en que tenía que hablar por categorías, dentro de unos registros o por emulación de comportamientos. Leía en las novelas sobre hombres tenaces y con fuerza de voluntad que se levantaban a las cuatro de la mañana, se dab...
Translated from IT to ES by Inés Sánchez Mesonero
Written in IT by Arianna Giorgia Bonazzi

Volviendo a casa

Mientras vuelven en coche, abandonando la ciudad, intenta quitarle peso al asunto diciendo que ha sido una de esas situaciones imposibles, a las que él llama «¿qué harías sí?». Ella asiente. —Estas situaciones no son tu fuerte —comenta. —¿Qué quieres decir? ¿Qué cojones podía hacer si no? —No digas palabrotas. Matteo repite todo lo que dices. Alice echa un vistazo atrás. Matteo duerme como un tronco en la sillita. —¿Me puedes decir qué he hecho mal? —pregunta él al rato. —Davide, te has vuelto loco: te has puesto a darle puñetazos al cristal. Si no hubiera estado ahí, aún segu...
Translated from IT to ES by Inés Sánchez Mesonero
Written in IT by Fabrizio Allione
More in ES

Hilos

No empiezo a buscarla conscientemente. Siento una conexión con ella alarmante e inexplicable y su desaparición me desconcierta. Cuando despierto, me pregunto dónde duerme y cómo vive, y sigo pensando en ella, masturbándome con suavidad y sedosidad bajo las sábanas, mientras observo las nubes a través de la ventana abatible. Cuando camino entre los puestos de fruta de nuestro barrio, paso las yemas de los dedos por las naranjas hasta que encuentro una que me recuerde a ella, una con los poros perfectos. Acabé en sus clases de yoga por un persistente dolor de cuello. El fisioterapeuta me recome...
Translated from NL to ES by Carmen Clavero Fernández
Written in NL by Hannah Roels

Por fin tienes un cuarto para ti solo

Estoy incómodo, pero no me atrevo a moverme para no despertarte. Estiro  la espalda y se me pasa un poco el malestar. Estoy medio sentado en el  borde de la cama, dejando todo el colchón para ti. Tú estás sumido en un  profundo sueño y yo aprovecho para acariciarte el pelo con dulzura. No te  gusta que lo haga cuando estás despierto.  Solía desquitarme en el sofá. Poco antes de que te durmieras, acu nado por un día de juegos y carreras, te ponía a ver los dibujos animados.  Era entonces cuando te llenaba de mimos, que sólo aceptabas por encon trarte en un estado de semi consciencia. Te dejabas...
Translated from PT to ES by Lara Carrión
Written in PT by João Valente

El automóvil de la Antigua Grecia

Era un día caluroso de junio. Solo que no se le decía junio, sino targelión o esciroforión. Dos personas abandonaban las murallas de Atenas y en amistosa charla echaban a andar a lo largo del río Ilisos para darse un paseo por la naturaleza. Hablaban, principalmente, del amor. El más joven de los dos llevaba transcrito un discurso ajeno acerca de que el amor era el mal, pero también él lo pensaba. De hecho, solo hablaba de ese discurso ajeno. El hombre mayor, para sus adentros, no estaba de acuerdo; sin embargo, le ponía bastante su fervor. Y, así, pararon bajo un alto plátano, donde el hombr...
Translated from CZ to ES by Daniel Ordóñez Franco
Written in CZ by Ondrej Macl

Diario de un último día

I suppose, I said, it is one definition of love, the belief in something that only  the two of you can see. Rachel Cusk, Outline Por enésima vez me prohíbe sacar de la mochila el mapa de la isla. —Si lo sacas pareceremos turistas —dice.  —¿No es eso lo que somos? —le pregunto yo.  Ella no me contesta, pero mira la pantalla de su móvil con el ceño  fruncido. Alguien le aconsejó que se bajara una app para descargar mapas  de una zona específica y usarlos luego sin conexión. Seguimos la flecha  verde de su pantalla, que se mueve sin cesar al pararnos y se detiene unos  minutos cuando caminamos....
Translated from NL to ES by Irene de la Torre
Written in NL by Lotte Lentes

Cátedra o cómo hacer nata montada

Algunas personas no sueñan cuando vuelan. Se hunden en su asiento de cuero sintético, se suben hasta la barbilla la manta gris de tejido polar, se ponen unos auriculares y dejan que el suave murmullo de una película de Eddy Murphy invada sus oídos. Algunos llegan a dormirse, pero no hay nada en ellos que produzca imágenes. Ninguna experiencia fantástica y asombrosa logra encontrar el camino a sus cerebros (que avanzan a gran velocidad aprisionados en sus cabezas dentro del avión). Su sueño es tan plano y estirado como la parte superior de las nubes.  Otros, por el contrario, sueñan mucho y ha...
Translated from NL to ES by Irene de la Torre
Written in NL by Joost Oomen

El puente

Todas las estaciones de tren tienen un reloj. A decir verdad, tienen más de  uno. Encima de las taquillas está el principal, y en los andenes los más pe queños: los verdaderamente útiles, porque son cómplices de nuestra pereza  de sacar el móvil del bolsillo o consultar el reloj de pulsera. A los niños les  fascinan estos relojes. Como el segundero no deja de girar, éste acaba  siendo el único momento en que consiguen ver el paso del tiempo. Miran  cómo la manecilla sube y, conforme se vuelve vertical, sus corazones laten  más deprisa y sus ojos se abren como platos. Cuando por fin el minutero...
Translated from PT to ES by Lara Carrión
Written in PT by João Valente